Zumbidos, mareos, inestabilidad. Esas son sólo algunas de las sensaciones que provoca la hipoacusia, una pérdida auditiva que afecta tanto a niños como adultos. El gran problema de quienes lo padecen es que, hasta que se diagnostica, sus familiares suelen confundirlo con afecciones neurológicas como la demencia (en adultos) o el autismo (en niños), por ejemplo.
“En general, cuando se desconoce que el paciente tiene hipoacusia, las familias piensan que es demencia o falta de atención, pero en realidad es que no pueden escuchar”, explicó la fonoaudióloga Mariana Chalfón. La frustración y el aislamiento son los comportamientos que la especialista suele percibir en sus pacientes de edades avanzadas.
En el mundo, alrededor del 15% de las personas mayores sufren algún tipo de dificultad auditiva que, con el correr de los años, empeora. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), son 32 millones los menores de 14 años que tienen alguna discapacidad de este tipo.
El médico Mario Kahan recibe en su consultorio a unos 75 pacientes por semana. El 90% de ellos acude por problemas de oído. A pesar de la alta cifra, el otorrino afirma que aún no existe una estadística sobre los tucumanos que padecen el síntoma.
Kahan asegura que las causas de aparición son múltiples. Puede venir de nacimiento (congénito) y estar relacionado con alguna enfermedad que haya tenido la madre gestante durante el embarazo o el bebé los primeros días de vida. El hecho de haber nacido prematuros puede afectar a los bebés en este sentido. En los adultos, el estrés laboral, las enfermedades clínicas y los medicamentos ototóxicos (que causan daño permanente) son razones que podrían contribuir al desarrollo de una hipoacusia.
La última semana de abril se celebró la Semana de Concientización sobre el Ruido, con el objetivo de promover el cuidado del ambiente acústico, la conservación de la audición y la concientización sobre las molestias y daños que los ruidos generan. Si bien las consecuencias sólo las padecen los que sufren el síntoma, las personas del entorno pueden ayudar a disminuir esas incomodidades ¿Cómo? Kahan enumeró algunos consejos:
- Evitar la música fuerte o utilizar parlantes de alta intensidad.
- No usar escapes libres.
- No tirar bombas de estruendo.
- Recomendar que no utilicen auriculares con volumen alto.
“Estas cosas no solo producen hipoacusia sino también trastornos psicológicos”, finalizó Kahan.
“Es importante recalcar la paciencia y la atención que la familia del hipoacúsico le debe tener para que no se sienta mal ni marginado”, agregó Chalfón. Y recomendó mirar al paciente a la cara siempre que se le hable, gesticular mucho y no levantarles la voz.